jueves, 1 de noviembre de 2012

EL FIN DEL TIEMPO MAYA

El conocimiento de los acontecimientos que tenían lugar en la bóveda celeste era vital para un pueblo, el maya, caracterizado por su superstición y fervor religioso. Para los mayas, el concepto del tiempo cíclico había sido asumido con gran naturalidad y esto fue lo que les llevó a explotar hasta el límite de lo imposible un método de sistematización observacional que les permitiese confeccionar el más perfecto sistema calendario que hasta la fecha hubiese inventado la humanidad. El tiempo lo era todo para los mayas.

Si eran capaces de medir el tiempo con exactitud también serían capaces de predecir en qué momento iban a producirse las guerras, las victorias, los desastres y todas las acciones y sucesos que ya habían acontecido con anterioridad. El tiempo era cíclico, por lo que con un calendario perfecto podrían predecir el futuro, convirtiéndose así en los Señores del Tiempo.
Muy lentamente, los mayas han ido revelándonos algunos de sus secretos, aunque son muchos los que se han ido con ellos, también los referentes a sus conocimientos astronómicos sobre los que, curiosamente, sabemos mucho más de lo que podríamos imaginar a la vista de la relativamente escasa documentación epigráfica que ha sobrevivido.
Entre los secretos desvelados destaca, para nosotros, uno sobre todos: el calendario. Los mayas eran tan hábiles en la astrología natural, afirmación que se obtiene de los dichos toltecas, ya que ellos fueron los primeros que tuvieron cuenta y la compusieron de los días que tiene el año, y las noches, y sus horas, y la diferencia de tiempos y que conocían y sabían muy bien los que eran sanos y los que eran dañosos, lo cual dejaron ellos compuestos por veinte figuras o caracteres y eran tan entendidos y sabios, que conocían las estrellas de los cielos, y les tenían puestos nombres, y sabían sus influencias y calidades, y sabían los movimientos de los cielos, y esto por las estrellas.
Gracias a textos como el Popol Vuh conocemos la concepción maya de la creación y del inicio del tiempo. Este libro, escrito en lengua quiché maya pero en caracteres latinos, debió ser confeccionado probablemente por varios sacerdotes o iniciados de la religión maya que quisieron asegurar en la escritura una parte de su cultura que, transmitida oralmente, comenzaba a perderse.
Según los mayas, el mundo existirá mientras exista el tiempo. Con el fin del tiempo el mundo desaparecerá. El movimiento de las ruedas calendáricas, un auténtico engranaje que reproduce fielmente los ciclos temporales mayas, es vital para la existencia del mundo. La concepción maya del tiempo había dado vida a un sistema de medición que parecía ofrecer una interminable serie de ciclos temporales repetitivos si bien ellos mismos habían dispuesto un fin a este ciclo. Al cumplirse el último ciclo, la rueda calendárica, cual reloj de cuerda, se parará. Ese será, según los mayas, el acontecimiento que marque, irremediablemente, el final de los tiempos.
No existe ningún otro pueblo de la antigüedad para el que la medición del tiempo resultara tan importante para conocer su pasado, su presente y su futuro. Por esta razón, podemos decir que la Astronomía, aunque utilizada para fines adivinatorios, se había convertido en uno de los pilares de la sociedad maya más importantes.
Así, cuando a finales del período clásico tardío (c.a. 900 d.C.) la estructura político-social maya se vino abajo y las grandes ciudades como Tikal, Copán, Palenque, etc., quedaron abandonadas, ya no se pudo sostener más a los especialistas de la bóveda celeste y muchos conocimientos fueron olvidados hasta el segundo resurgir maya durante el período postclásico.
Los períodos cíclicos que regían el complicado calendario maya formaban unidades de indudable importancia y, cuando tocaban a su fin, celebraciones, sacrificios, redificaciones e incluso cambios de gobernantes o confirmaciones de los mismos tenían lugar. El final del ciclo de 52 años que necesitaban los calendarios haab y tzolkin para volver a coincidir, o el final del ciclo de 13 katunes de 256 años, debían acarrear un gran desconcierto e inquietud ya que los mayas creían que en ese momento la Tierra podía entrar en un momento de gran peligro.
Supongamos entonces que podría suceder al concluir un ciclo temporal tan largo como el del baktún. Para los mayas, el ciclo de 13 baktunes iba a concluir con el equivalente a un Juicio final que llevase a la destrucción del mundo presente. El primer baktún se inició, como sabemos, en el 3113 a.C.. Pues bien, siendo cada baktún un período de 144.000 días y 13 baktunes 1.872.000 días, es decir, 5125 años, cumplido un gran ciclo de 5125 años desde el inicio del calendario maya en 3113 a.C. encontramos que su fatídico final tendrá lugar en el año 2012 de nuestra era, dentro de sólo doce años. Por supuesto, con un calendario como el maya, esta fecha tiene señalado incluso el día del mes y de la semana en el que acontecerá el caos. Aceptando la fecha 21 de diciembre de 2012 como finalización del período, esto solo significa el término de un período de trece baktunes y el inicio uno nuevo, en un calendario que cayó en desuso en el siglo XIII. El significado del fin del período, es el que nosotros le queramos dar, en sí mismo no tiene otro sentido.
Es por eso que los mayas son considerados los señores del tiempo y solo ellos tenían el privilegio de señalar el fin.

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