El
conocimiento de los acontecimientos que tenían lugar en la bóveda celeste era
vital para un pueblo, el maya, caracterizado por su superstición y fervor
religioso. Para los mayas, el concepto del tiempo cíclico había sido asumido
con gran naturalidad y esto fue lo que les llevó a
explotar hasta el límite de lo imposible un método de sistematización
observacional que les permitiese confeccionar el más perfecto sistema
calendario que hasta la fecha hubiese inventado la humanidad. El tiempo lo era
todo para los mayas.
Si
eran capaces de medir el tiempo con exactitud también serían capaces de
predecir en qué momento iban a producirse las guerras, las victorias, los
desastres y todas las acciones y sucesos que ya habían acontecido con
anterioridad. El tiempo era cíclico, por lo que con un calendario perfecto
podrían predecir el futuro, convirtiéndose así en los Señores del Tiempo.
Muy
lentamente, los mayas han ido revelándonos algunos de sus secretos, aunque son
muchos los que se han ido con ellos, también los referentes a sus conocimientos
astronómicos sobre los que, curiosamente, sabemos mucho más de lo que podríamos
imaginar a la vista de la relativamente escasa documentación epigráfica que ha
sobrevivido.
Entre
los secretos desvelados destaca, para nosotros, uno sobre todos: el calendario.
Los mayas eran tan hábiles en la astrología natural, afirmación que se obtiene
de los dichos toltecas, ya que ellos fueron los primeros que tuvieron cuenta y
la compusieron de los días que tiene el año, y las noches, y sus horas, y la
diferencia de tiempos y que conocían y sabían muy bien los que eran sanos y los
que eran dañosos, lo cual dejaron ellos compuestos por veinte figuras o
caracteres y eran tan entendidos y sabios, que conocían las estrellas de los
cielos, y les tenían puestos nombres, y sabían sus influencias y calidades, y
sabían los movimientos de los cielos, y esto por las estrellas.
Gracias
a textos como el Popol Vuh conocemos la concepción maya de la creación y del
inicio del tiempo. Este libro, escrito en lengua quiché maya pero en caracteres
latinos, debió ser confeccionado probablemente por varios sacerdotes o
iniciados de la religión maya que quisieron asegurar en la escritura una parte
de su cultura que, transmitida oralmente, comenzaba a perderse.
Según
los mayas, el mundo existirá mientras exista el tiempo. Con el fin del tiempo
el mundo desaparecerá. El movimiento de las ruedas calendáricas, un auténtico
engranaje que reproduce fielmente los ciclos temporales mayas, es vital para la
existencia del mundo. La concepción maya del tiempo había dado vida a un
sistema de medición que parecía ofrecer una interminable serie de ciclos
temporales repetitivos si bien ellos mismos habían dispuesto un fin a este
ciclo. Al cumplirse el último ciclo, la rueda calendárica, cual reloj de
cuerda, se parará. Ese será, según los mayas, el acontecimiento que marque,
irremediablemente, el final de los tiempos.
No
existe ningún otro pueblo de la antigüedad para el que la medición del tiempo
resultara tan importante para conocer su pasado, su presente y su futuro. Por
esta razón, podemos decir que la Astronomía, aunque utilizada para fines
adivinatorios, se había convertido en uno de los pilares de la sociedad maya
más importantes.
Así,
cuando a finales del período clásico tardío (c.a. 900 d.C.) la estructura
político-social maya se vino abajo y las grandes ciudades como Tikal, Copán,
Palenque, etc., quedaron abandonadas, ya no se pudo sostener más a los
especialistas de la bóveda celeste y muchos conocimientos fueron olvidados
hasta el segundo resurgir maya durante el período postclásico.
Los
períodos cíclicos que regían el complicado calendario maya formaban unidades de
indudable importancia y, cuando tocaban a su fin, celebraciones, sacrificios,
redificaciones e incluso cambios de gobernantes o confirmaciones de los mismos
tenían lugar. El final del ciclo de 52 años que necesitaban los calendarios
haab y tzolkin para volver a coincidir, o el final del ciclo de 13 katunes de
256 años, debían acarrear un gran desconcierto e inquietud ya que los mayas
creían que en ese momento la Tierra podía entrar en un momento de gran peligro.
Supongamos
entonces que podría suceder al concluir un ciclo temporal tan largo como el del
baktún. Para los mayas, el ciclo de 13 baktunes iba a concluir con el
equivalente a un Juicio final que llevase a la destrucción del mundo presente.
El primer baktún se inició, como sabemos, en el 3113 a.C.. Pues bien, siendo
cada baktún un período de 144.000 días y 13 baktunes 1.872.000 días, es decir,
5125 años, cumplido un gran ciclo de 5125 años desde el inicio del calendario
maya en 3113 a.C. encontramos que su fatídico final tendrá lugar en el año 2012
de nuestra era, dentro de sólo doce años. Por supuesto, con un calendario como
el maya, esta fecha tiene señalado incluso el día del mes y de la semana en el
que acontecerá el caos. Aceptando la fecha 21 de diciembre de 2012 como
finalización del período, esto solo significa el término de un período de trece
baktunes y el inicio uno nuevo, en un calendario que cayó en desuso en el siglo
XIII. El significado del fin del período, es el que nosotros le queramos dar,
en sí mismo no tiene otro sentido.
Es
por eso que los mayas son considerados los señores del tiempo y solo ellos
tenían el privilegio de señalar el fin.
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